Orígenes e historia del incienso: La palabra incienso proviene de la palabra latina incensum y designa de manera genérica a todo producto para ser quemado. Este término hacía referencia a la resina seca del árbol incienso (Boswellia Sacra), una resina aromática que ya era utilizada en la Antigüedad por mesopotámicos y egipcios, quienes elaboraban sahumerios y perfumes con este tipo de resina para adorar a sus dioses y honrar a sus difuntos

La tradición bíblica señala que los Reyes Magos llevaron como ofrenda a Jesús oro, incienso y mirra. Tanto los fenicios como los griegos comercializaron incienso por todo el Mediterráneo, difundiendo su uso en el primer milenio a.C.
Los romanos continuaron con esta práctica y quemaban inciensos y perfumes en sus ritos domésticos (
bodas y funerales), y en sus plegarias a los dioses menores del hogar (Dis Manibus Sacrum) para solicitarles o agradecerles sus favores. Se conservan numerosos thymateria (incensarios) de época romana. 

En la Edad Media, el incienso continuó conservando su carácter sacro, y el cristianismo asoció el humo del incienso a las almas que subían al cielo.
Se extendió su uso en
funerales y ritos religiosos, donde era bendecido antes de ser quemado ante la comunidad presente en el rito. 

En las culturas de América Central quemaban resinas aromáticas llamadas copal, bolas de resina de las que emana un humo perfumado que se eleva hasta el cielo. En la cultura tradicional china quemaban trozos de la aromática madera de sándalo en vasijas. 

En Oriente el uso del incienso también tiene tradición milenaria. La quema de incienso está presente en India desde hace cientos de años y fue la India la que exportó la idea a China, Japón y otros países asiáticos.
La referencia más antigua al incienso se encuentra en los
Vedas, más concretamente, en el Atharvaveda y en el Rigveda, donde se marca el método uniforme en la fabricación de incienso.

La forma común de quemar incienso en India son las barras de incienso o agarbathi.
Los ingredientes básicos de una barrita de incienso tradicional son: palos de bambú y pasta hecha con varias resinas como elemento de unión entre las esencias: ámbar, mirra, olíbano o
halmaddi, y aceites aromáticos.

En Japón el incienso se introdujo en el siglo VI con la llegada del Budismo a la región, y se popularizó entre la nobleza y la corte imperial.
El arte de oler incienso o Koh-Do, junto con la ceremonia del té (Chado) y el arreglo floral (Ikebala), forma parte del trío de las Artes Refinadas, cuya práctica permite agudizar los sentidos, relajar el alma, mejorar la intuición y alcanzar la relajación.

El incienso japonés se diferencia del incienso indio en que el primero no utiliza el bambú como soporte y por tanto, las varitas de incienso japonés son puro incienso que apenas produce humo.

En la actualidad, el incienso se ha popularizado y es utilizado como un producto doméstico diario que forma parte de la cultura del bienestar.

Con el incienso aromatizamos nuestros hogares, realizamos nuestras meditaciones, limpiamos ambientes y decoramos nuestras estancias. Encender una varita de incienso ayuda a la concentración, la relajación y la meditación. Su aroma estimula nuestros sentidos y produce una sensación de bienestar. 

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